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viernes, 3 de agosto de 2012

LA AMIGA QUE SE FUÉ

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LA AMIGA QUE SE FUE..

Estaba sentada frente a la ventana, corrían plácidamente las nubes envueltas en una ligera brisa.
Sumergida en sus pensamientos ignoraba las horas que pasaban rozándola.
Recordaba su vida mezclada de muchos colores, desde el más lindo amarillo, vivaz, alegre, al más tétrico de los morados teñidos de luto y dolor.
Su mente bailaba en aquellos momentos pensando en el día que conoció a su amiga, una chica feliz, alegre y emprendedora, salían  de compras, alguna cena informal o simplemente un café en el bar de enfrente, no importaba el motivo para estar juntas.
Habían pasado ratos muy agradables, reírse hasta dolerles el estomago, tomarle el pelo a cualquier infeliz que les cayera en gracia en ese preciso momento.
También llorado juntas aquel día que su ser más querido había dejado esta tierra para siempre después de una triste y larga agonía, se consolaban juntas, su cariño, su confianza crecía con los rayos de sol...... cada día un poco más.
Era una familia unida, sus secretos más escondidos eran compartidos como desahogo de sus almas.
Deseaban hacer cosas juntas y como no, ganar algún dinero.
Decidieron montar un pequeño negocio, entre todos lo sacarían adelante, muchas ilusiones estaban depositadas en aquella aventura que a la vez difícil y llena de inconvenientes pero decididas a seguir.
Pusieron todos sus esfuerzos en ello, tuvieron que trabajar duro con el calor del verano cayendo sobre sus cabezas, hicieron de jardinero; albañil, lampista, todo lo que sus manos podían hacer, ellas lo hacían.
Por la noche caían rendidas sobre la cama, sus ojos pesados negaban a cerrarse como cubiertas por arena fina, un buen baño y unas tostadas las hacia emprender un nuevo día.
Llegó el tan esperado, todos los que con ellas habían compartido por igual su sueños estaban como niños en su primer día de clase, las puertas se abrieron en una noche calurosa, serena, mágica, volaba sobre las verdes ramas toda su esperanza y el riesgo a lo desconocido.
Empezaron trabajando poco, todos los comienzos son difíciles, día tras día se abrían las puertas y con ello nuevas ilusiones.
Pasó el tiempo, no mucho, ella recordaba que no el suficiente como para rendirse, pero sí, se rindió y con ella su equipo, sus nervios enardecidos se crisparon más y se defendió de tanta mala suerte contra lo único que tenia.....su amiga.
La atacó con palabras hirientes, la insultó con la ira en su mirada, la culpó de todas sus desgracias.
Los corazones salieron esparcidos entre las piedras y su cariño salió huyendo cobarde y lloroso.
Y ella recordaba junto la ventana que fácil había sido ganar su amistad, que fácil quererla, que fácil “se había roto todo“, como una tormenta rápida había empezado y había terminado.
Que absurda era la vida, que triste la melancolía y la añoranza.
Su corazón se había llenado de rabia y odio, sus manos apretaban sus recuerdos, su amiga se había ido, había muerto para ella, pero lo peor era que...…“la echaba de menos”.

                                               


EL SECRETO

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El SECRETO

Había una vez dos mujeres que vivían juntas en una bonita casa, madre e hija compartían la juventud de una y la madurez de la otra.
No hacía mucho, habían trasladado sus cuatro muebles viejos cargados de ilusiones y temores a su nuevo hogar, atrás, quedaba parte de sus almas entre aquellas lujosas y altivas paredes rellenas de antigüedades;  recuerdos cogidos de aquí y de allá que minuciosamente y a lo largo de la vida sus padres habían dado cobijo, todos aquellos muebles repletos sin vida; cuadros muertos, joyas frías y brillantes, alfombras repletas de polvo, estaban atestados de vida, una vida que ahora quedaba en una pagina cerrada de sus jóvenes vidas.
Sin un duro en el bolsillo, sin un trabajo, sin un alma que las protegiera, decidieron hacer frente al mundo alquilando la casa más primorosa del pueblo, unos pocos amigos las ayudaron en el traslado y con el orgullo a flor de piel, se dieron la bienvenida con una gran fiesta a lo largo y ancho del amplio jardín bordeado de altivos y verdes pinos.
Algunos pensaron que sus ahorros estaban alevosamente escondidos, otros que la locura había hecho presa en ellas, algunos se rieron de su riesgo y otros se sorprendieron de su osadía, todos las envidiaban por su presunta suerte, pero nadie, nadie apostaba por su supervivencia.
Una vez aposentadas se preguntaban como harían frente al alquiler de tan lujosa casa, al poco tiempo, cuando las primeras hojas otoñales empezaban  a tambalearse la madre encontró un trabajo, aunque no estaba acostumbrada a enfrentarse al mundo sola sin el cobijo de sus padres y teniendo que soportar ordenes de algún superior, se abalanzó de cara a su nuevo labor soportando un horario, ordenes desmedidas y jefes prepotentes, pero también le ofrecía libertad de movimiento y acción.
Su catalogo de platos y ollas y sus ganas de luchar eran todo su equipaje.
Madrugaba con un solo ojo, el otro lo reservaba para media mañana después de su café doble y un par de cigarrillos.
Cuando el sonido impertinente del despertador sacudía toda la casa, las dos mujeres recorrían los pasillos como alma que lleva el diablo, del baño a la cocina y seguidamente al flamante coche que soportaba agradecido los movimientos acelerados a que le sometían, la más joven de tan solo quince años, saltaba a la puerta del instituto, atormentada por los consejos y advertencias de su madre, se iba dándole el eterno sermón pero con la tristeza de que hasta la noche no volvería a verla.
Su hija, una muchacha joven y alegre, había sido el motor que la movía a seguir adelante, estaba muy orgullosa de ella, estudiaba como cualquier niña de su edad, discutían constantemente por tonterías cotidianas y se unían en la desventura con alegría y complicidad, le preparaba la cena y encendía la chimenea para que cuando llegara se sintiera cómoda y acogedora, también le concertaba citas con las madres de sus amigas para que pudiera incrementar sus ventas, de alguna manera participaba en el trabajo de su madre acompañándola a los hogares de noche, siempre estaba junto a ella, se sentía gozosa de su madre y lo reflejaba en su rostro.
Sin una queja por los zapatos estropeados o por los viejos pantalones un poco anticuados, por la noche cenaban y cotilleaban las aventuras diurnas, muchas noches contaban el dinero que les quedaba y las muchas facturas que sobraban, pero no se asustaban, sabían que juntas lograrían burlar a todo imbécil que dudara de su capacidad y eran muchos que día a día se asombraban de la vida de aquellas dos mujeres que, aparentaban toda la serenidad y alegría de una vida estable y sin problemas, pobres ilusos, no se daban cuenta que tan solo había un secreto para aquella felicidad… estaban juntas.





     
                                                                                                        Maig.1995